domingo, 2 de mayo de 2010

Claudia y Rodolfo

Claudia y Rodolfo

Vivían en Pocitos, eran militantes de la UJC de la Costa y desde hacía algún tiempo estaban vinculados al trabajo de la infraestructura clandestina.

Luego de la detención de Omar Rodríguez, a fines del 78, pasé a trabajar con ellos. Seguro sintieron el cambio.

Dada la riqueza del momento que exigía la participación de todos, las necesidades, y mis características de “abrir el juego”, pasaron a trabajar en la elaboración de algunos materiales y como “enlace”.

Rodolfo, casi Ingeniero, había inventando una fotocopiadora casera. Funcionaba a partir de unas lámparas y vidrios. Le había instalado un reloj que le avisaba cuando la copia estaba pronta, dado que demoraba 3 minutos.

Así que, cuando a mediados del 80, nuestros compañeros desde Bs.As., lograron que llegase a nosotros una fotocopiadora de matrices, electrónica, estaba como el niño al cual le hacen el regalo soñado.

El tremendo valor y el papel que jugó el artefacto le debe haber amargado la vida a los milicos. Pasamos de la “edad de piedra” a la época “sideral”.

Ya no necesitábamos “picar” matrices. Sobre la base de un original sacábamos la cantidad de matrices que quisiéramos y podíamos agregarles dibujos o fotos.

Así que cuando en las páginas del diario pro dictatorial “El País”, comenzó a salir el indiecito, mascota del mundialito del 80, entre el Ingeniero y yo, apasionados por el fútbol, le cambiamos el texto por: “Hágale un gol a la Dictadura” “Vote NO” donde el NO estaba dentro de la pelota.

Decenas de miles de volantes y pegotines, con éste y otros textos, algunos plagiando a “Peloduro”, inundaron la ciudad.

Recuerdo la alegría de Claudia, cuando una vez logró reproducir el volante en colores.

Con ella bromeábamos sobre la necesidad de cambiar la señal de “Peligro”, o no.

Su pequeño hijo había dejado los pañales y yo le dije que debía volver a quedar embarazada. Cosa que sucedió.

Todavía hoy me jacto elaborando algunas recetas aprendidas al calor humano, y de la cocina, que nos ayudaban a sortear los días de encierro, donde Claudia demostraba su sapiencia.

No puedo olvidarme del temple de ambos. De Rodolfo transportando paquetes en su cachilo o de Claudia, viajando a Bs.As., cargada de materiales clandestinos, que luego circulaban en el mundo.

Yo fui detenido y ellos siguieron llameando por la Libertad.

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