Casualidades entre artesanos y combatientes.
José Pacella
Nos conocimos en la 14, siendo Pedrito casi un niño. Sus padres, militantes del Partido, afiliados al calor de la lucha por la República Española, y las manifestaciones “sediciosas” contra el fascismo. Con una vida muy sacrificada, criaron a sus cuatro hijos con los jornales de la construcción y las extras de trabajo a planograf.
Con 12 años Pedro salía en brigada con nosotros a vender “El Popular”, en los 60.
Cosa nada fácil en aquel tiempo. Múltiples anécdotas se entrelazan, en aquella época de construcción del seccional 14 de la UJC, entre pintadas, pegatinas, manifestaciones, bailes, solidaridad con los trabajadores de la zona y con los liceales en su combate contra las bandas fascistas.
Más tarde sería el enfrentamiento a la sucesión de “Medidas de Seguridad”, la dura tarea de juntar firmas para la Reforma Amarilla, las manifestaciones ante la invasión yanqui a Santo Domingo.
Crece la lucha popular y crece la represión, los mártires estudiantiles son asesinados.
Juntos participamos en las barricadas en defensa del Frigorífico Nacional, y en el flamear de las banderas cubanas y vietnamitas, colocadas en la chimenea de Nervión, en repudio a la visita de Rockefeller, allí estuvieron también el “Gordo” Alpuin, el “Oso” Machín y Hugo Altesor.
De esa época hasta hoy, se mantiene el calor humano de su familia.
La vida siguió. Pedrito estudiaba en el Bauzá y ya tenía vocación por la pintura. Yo asumí otras responsabilidades y dejamos de vernos con frecuencia.
Hasta que un operativo del Departamento 4, nos juntó, en las peores, en el 74.
Nos volvimos a juntar en el 76, tiempos complicados.
Pedrito se había casado con Cinthia, romance nacido en las correrías por Capurro. Poco después nació su hija Natalia.
A veces “recalaba” varios días en su apartamento, en Lecoc, durmiendo junto a su pequeña hija.
El trabajaba en la metalúrgica “Las Heras”1 , en la calle Daniel Muñoz, y nos juntábamos en algún boliche cercano, por la calle Miguelete, donde le arrimaba los materiales. La “Carta” y boletines de la CNT que denunciaban el enorme deterioro del salario, ayudan a Pedro y sus compañeros a organizar una asamblea en la puerta de la fábrica, en la cual deciden pedir un aumento de salario. Para evitar represalias elijen, entre los 100 trabajadores, una delegación de 10 para presentar el reclamo ante la patronal.
Seguramente la mayoría de esos trabajadores no sabía que de esa misma fábrica, que en otros tiempos tenía otro nombre, había surgido a la vida sindical Gerardo Cuesta, dirigente de la CNT, detenido en 1976 y muerto en el Hospital Militar, víctima de las torturas y las condiciones de reclusión.
Cuando la dictadura, vanamente, intentó suprimir el 1º de Mayo en el año 80, Pedro organizó en la fábrica un plebiscito, secreto. Votaron en los baños. Ganó, por dos votos, no trabajar. Entendiendo que la medida podía dividir a los trabajadores, resolvieron sacar un boletín, del UNTMRA – CNT, y lo repartieron en el barrio.
En la fábrica y el barrio, cuando llegó el plebiscito por el NO, cubrieron la zona de pintadas y ganaron cientos de votos de los trabajadores de los comercios y fábricas vecinas.
A mediados del 81, Pedro y Cinthia se quedaron transitoriamente “colgados” al ser yo detenido.
Después él abandonó la fábrica, dedicándose a su pasión, la artesanía.
Siguió en las filas de la resistencia, realizando tareas de Partido y en el Frente Amplio, y fue uno de los pilares de la formación del gremio de Artesanos.
Al ser liberado, en el 85, el comité Paco Espínola festejó el cumpleaños de mi hija, de 8 años, y allá estaban Pedro y Cinthia, con Natalia y su segunda hija, Malena, que por esas cosas de la vida, nació el día de mi cumpleaños.
1 Esta fábrica se llamaba Pesce y Simeone
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