Conversación con Irma.
Estamos conversando con Ivonne Klingler, 62 años, con dos hijos (Diego y Juan), de profesión médica.
Me recibí después que terminó la dictadura. Empecé la facultad en 1966, provengo de Mercedes. Los tres primeros años cursé bien la facultad. El 14 de agosto de 1968 matan a Liber Arce y me afilio a la Juventud Comunista, al día siguiente.
Provengo de una familia de izquierda, mis padres profesores de secundaria en Mercedes, ya tenían ideas muy avanzadas, por ejemplo mi madre fue candidata por la lista 1001 en la elecciones de 1966.
Me afilio como dije en agosto del 68, yo lo conocía a Liber además, cuando vendía libros. Esto no fue sólo emocional, el respeto que se habían ganado el PCU y la UJC en ese momento fue decisivo, en torno al llevar adelante la bandera de la unidad de la izquierda, de la lucha y de la solidaridad internacional, y la lucha conjunta de obreros y estudiantes, que muy bien sintetiza la consigna.
La lucha fue primero por la ley orgánica, pero luego fue el boleto estudiantil, la defensa de los derechos universitarios, en un contexto donde la enseñanza estaba sometida a una agresión permanente, por parte del gobierno de Jorge Pacheco Areco, que gobernaba con Medidas Prontas de Seguridad. Las provocaciones cada vez que se hacía una movilización, con represión donde tiraban gases lacrimógenos.
Luego vivo las polémicas en la facultad sobre las diferentes formas de encarar este período represivo, estaban los sectores que planteaban como única vía la armada y nosotros que decíamos que dependía de la lucha popular (las masas), lograr la organización y la conciencia a nivel de masas y que eso lleva paulatinamente a una necesidad de prepararse ante la posibilidad de un golpe de estado. Dado el avance permanente de las medidas represivas.
Los estudiantes de la facultad teníamos resuelto, al igual que el movimiento obrero, la huelga con la ocupación de la facultad, ante un golpe de estado. Fue votado en asamblea por unanimidad y pasamos a organizarnos de acuerdo a los distintos grupos de estudio.
-Sobre la huelga de 1973 hay más información, nosotros queremos profundizar en lo que vino después, porque tengo entendido de que las compañeras comunistas clandestinas, una de las que más tiempo estuvo, fuiste tu precisamente, creo que casi 8 años. ¿Enseguida de la huelga, seguiste en la Juventud Comunista?
Yo ocupé la facultad de Medicina 15 días que fue lo que duró la huelga del 73, cuando se da la desocupación, con la facultad rodeada de tanques, nos detienen y toman los datos de cada uno, o sea que nos ficharon, como ocupantes de la facultad.
A partir de ahí la dirección que aparecía era la de la casa de mi hermana, al poco tiempo me van a buscar y dejan una citación a Jefatura de Policía. Al no presentarme paso a estar requerida, esto fue a principios del año 1974.
Mi primera etapa en la clandestinidad fue a nivel universitario, lo que se llamaba el Sector Universitario. Yo era enlace a nivel del sector universitario de la Juventud Comunista, trabajaba con distintas facultades (Ingeniería, Humanidades, Medicina,…) y trabajo con compañeros que estaban militando en cada facultad y que no estaban requeridos. Repartía y llevaba materiales, se hacían reuniones y diferentes actividades.
Después empiezo a trabajar con Omar Pérez, con Ricardo Giuria, con otros compañeros y compañeras más. O sea que trabajé de forma organizada con la UJC, de forma clandestina, pero vinculada a cada uno de los gremios.
A fines del año 1975, fruto de la represión se me entra a complicar la cosa…En octubre de 1975 comienzan a dar un golpe represivo muy fuerte contra el Partido y la Juventud Comunista.
Ante el aumento de la represión, con mi compañero habíamos previsto la posibilidad de dejar el lugar donde estábamos viviendo. Teníamos establecida la señal de peligro, para entrar o no entrar al apartamento de 8 de Octubre. Nos informábamos los horarios de llagada o de salida. Una noche mi compañero no vuelve y me doy cuenta que casi seguro que está detenido, dejo la señal de peligro puesta en el apartamento y me voy.
Más tarde a la noche intento pasar por ahí y al día siguiente en la mañana temprano y veo que la señal no se había movido, por lo cual él no había vuelto. Hago algo un poco insólito, llamo por teléfono a mi casa e insólitamente (no es lo que acostumbraban a hacer) me contesta un señor con una voz desconocida (una voz desconocida, era seguro un milico), yo reitero el número y del otro lado me dicen si. Pido para hablar con el doctor, dado que lo teníamos alquilado hacía un año y medio, pero en la guía figuraba a nombre de un doctor, entonces pido para hablar con él,…se hace un silencio y me dice: el doctor en este momento no está y de forma interrogativa me dice, usted puede pasar por acá? Yo le dije inmediatamente que sí, haciéndome la que había entendido. Y le digo a qué hora voy? Pase dentro de una hora. Perfecto, dígale al doctor que paso por ahí. Cuelgo y por supuesto que me doy cuenta que habían puesto “una ratonera”.
Inmediatamente aviso a mi familia y a la familia de mi compañero para avisar lo que había pasado.
Hago una llamada a Young a la casa de mi suegra, no tenía forma del punto de vista telefónico, porque existía el riesgo que escuchara la conversación, algún servicio de inteligencia. Atiende mi suegra y le digo habla Mary, el habla Mary, ya era una cosa hasta cierto punto entendida, aunque lo habíamos hablado sólo una vez, que era una especie del primer nombre mío, pero además era una señal de alerta, de que había pasado algo. Mary me servía porque era mi nombre, pero además la compañera de mi cuñado también se llama María y el Mary podía ser cualquiera de los dos.
Se hace un silencio y me dice, ¿cómo estás?, y le digo bien, pero a qué hora venís, porque venís era venite ¡ya! Y Bibita (mi suegra), me dice estoy por salir, pero sabés que demoro unas horas. Le digo, bueno, cuando llegues, en todo caso nos comunicamos. El comunicamos era…, había varias formas que después perfeccionamos. Con mi suegra el trabajo del punto de vista de la clandestinidad y los cuidados de la clandestinidad fue impresionante. Ella tenía todo su pasado socialista y mi suegro también (Ramón Alsina). Los dos tenían muy claro, pero muy claro, el decurso de los acontecimientos, el por qué de las cosas, nunca cuestionaron, ni preguntaron por qué hay que hacer tal cosa. Estaba todo claro, lo que había que hacer, simplemente coordinar horarios, días, contraseñas, leyendas…Entonces, arreglamos para vernos en un lugar, que después lo perfeccionamos, y ella se viene, nos vemos y le explico que hay una ratonera en el apartamento y que Gustavo está detenido.
Frente a esto ella me dice: ¿sabés quién fue, qué sector de las FFAA fueron? No le digo.
Yo tengo que averiguarlo. Entonces yo le digo, Bibita (Ilba Bulanti), hay una sola forma pero es muy peligrosa. Y me contesta, a mí no me importa, yo quiero saber dónde está mi hijo. Le digo, los que llevaron a Gustavo están en el apartamento. Y empezamos a hablar y me dice, yo voy para allá. Le digo no, vamos a armar de otra forma las cosas. Lo que combinamos fue que ella hiciera como que estaba llegando de Young, sin saber absolutamente nada de lo que había pasado. Tenía que llegar con su valija, con cosas de comer (que se estila de la gente que viene del interior) que nos traía. Tenía que decir que no tenía la menor idea que su hijo era militante de algún partido, ni que su nuera tampoco, que nunca habían tenido problemas y que no le habían comentado nada y que había venido a buscar artículos dentales (dado que es odontóloga), por le iban a preguntar a qué había venido a Montevideo.
Armamos todos los detalles y yo le dí mis llaves del apartamento, porque la idea era que ella tocara timbre abajo y dijera es mamá, es mamá, para que ellos oyeran; como probablemente no iban a contestar, tenía que subir y abrir ella, porque el apartamento era de ella y de la hermana y ella venía sin avisar, porque venía rapidito a buscar las cosas de odontología, caí sin avisar, se quedaba unos días y luego se iba.
Lo hablamos, le dije que podía ser muy riesgoso, que apretara varias veces el timbre de abajo, que hiciera bastante ruido para que la oyeran los vecinos, mientras subía las escaleras hacia el tercer piso, dado que son apartamentos sin ascensor. Le dije que había un vecino en el fondo que era buena persona. Qué antes de abrir la puerta, hablara fuerte para que sintieran los vecinos. De todas maneras igual, era muy complicado meterse así; le dije te vas a meter a la boca del lobo. Y con firmeza, me dijo yo ya lo sé.
Quedamos que ella se iba a comunicar a través del teléfono de Marcelo (el otro hijo). Yo iba a llamar al otro día ahí y que cualquier cosa me dejaran dicho o me dieran a entender qué había pasado.
Y bueno fue…muy duro luego cuando me lo contó. Pasamos 15 o 20 días sin vernos, por razones de seguridad. Me pudo contar lo que había sido…Porque ella cuando va abrir la puerta, siente clarito el martilleo de las ametralladoras, y abre igual. Entra y la rodean apuntándole a la cabeza, y ella entra diciendo: ¿! Quienes son ustedes y qué están haciendo acá!?, esta es mi casa! Sirvió mínimamente para parar el primer instante. Los milicos no entendían, cómo una mujer de un metro con 54 centímetros, podía entrar de esa manera y no tenerles miedo.
Pero enseguida la empezaron a interrogar. Y ella se manejó muy bien. La interrogaron y la dejaron ir para la casa de su otro hijo. Los milicos vaciaron el apartamento, tal cual, se llevaron todo lo que pudieron, pero el apartamento fue devuelto a la familia.
Cuando me encuentro 20 días después con mi suegra, lo primero que me dice es…, cometiste un error. Y yo me quedé impactada, porque me lo dijo seria. ¿Qué pasó? Y me dice, cuando tú me dijiste lo del apartamento, no me dijiste, que habías dejado ropa interior tuya, colgada…y yo le digo ¿Y?... ¿te acordás que yo lo que tenía que decir que tú estabas en Francia y lo que tenía que decir Gustavo era que se habían peleado y te habías ido a Francia? Lo primero que me dijeron los milicos fue, si su nuera no está acá en Uruguay, por qué tiene la ropa interior colgada a secar? ¿Tenés razón, pero tú que dijiste? ¡Eso no es di mi nuera!
-¿Me da la impresión, que a partir de este momento, se produce un clic en tu vida…? Como que empieza una nueva etapa en la clandestinidad, mucho más profunda. ¿Qué es estar clandestino, que se debe tener en cuenta en la clandestinidad? ¿Cómo vive un clandestino? ¿Cómo es la vida, la rutina?
A partir de ahí tengo que empezar a resolver muchas cosas. Primero paso a tener tres lugares donde vivir, tres viviendas en tres lugares distintos de Montevideo y en los tres lugares con distinto nombre y apellido, con distintas familias, con distintos vínculos.
Hay un par de cosas que son muy importantes para un clandestino; en primer lugar el cuidado del otro, que quiere decir que cuando me fuera a ver con cualquier otra persona, saber lo que estaba arriesgando la otra persona. O sea la otra persona por verse conmigo, podía estar arriesgando la vida, yo eso no podía olvidarlo jamás, por lo tanto la conversación inicial era sobre la dificultad de la situación y lo que podía implicar. En segundo lugar era “cubrirse” los dos, la persona que estaba clandestina y la otra persona también clandestina o semi-legal o legal. Había encuentros o enlaces como se decía, con compañeros en distintas situaciones. Hay una cosa que es muy importante, que a nosotros nos ayudo a estar tantos años en la clandestinidad. Lo dije al principio, que era el respeto que tenía la gente por el Partido. Había mucha gente que no era del Partido e incluso discrepaba con los comunistas por diversos motivos, pero nunca encontré a lo largo de la dictadura que tuviera dudas con respecto a la honestidad y a la razón de ser de la lucha de los comunistas. Nunca nadie me cuestionó eso.
Esto implicaba que teníamos que arreglar las formas de lo encuentros que eran los más difíciles, las formas de encuentro para hacerlos lo más naturales posibles y además asegurarnos la retaguardia, que era alguien que pudiera avisar inmediatamente si alguien caía. Se trataba de hacer casi siempre que el clandestino iba caminando, y a una distancia otro u otra compañera, en caso que surgiera algún problema avisar enseguida a la familia o al compañero que tenía que avisar. Eso lo pudimos resolver varias veces. El tema del control. Lo otro era, frente a una persona que era legal, el clandestino se acercaba y sorprendía a la persona legal, nunca se acercaba sin verificar, esto sería en un encuentro callejero o en una plaza. La otra persona sentía que estaba sentada en…buscábamos lugares donde hubiese mucha gente, como niños jugando en espacios abiertos y yo”sorprendía” a la otra persona, que no sabía cuando iba a ser abordada. “Pasaba por ahí, la encontré conocida”, y me acercaba. Ese era el verso. La otra persona no sabía que yo la iba a abordar.
Cuando era en un lugar cerrado, como dentro de una casa, el encuentro era al revés, el clandestino entraba primero, bastante antes del encuentro, con alguna coartada creíble, como yo que daba clase de biología o francés de verdad, para que todo fuera bien natural. Por la calle andaba siempre con mis libritos y eso servía para cualquier lugar de Montevideo.
Antes de ir hacia una zona determinada ubicaba posibilidades de calles que no tuvieran el número correcto, o sea que eran direcciones imposibles, de manera que yo podía en una pinza (por sorpresa la policía para gente en la calle) contestar o decir esa dirección, si llamaba la atención o había algún elemento que despertaba sospecha, iban a ir a buscar la dirección y ahí perdía, pero ya eso implicaba que había una idea de que yo estaba comprometida, sino no iban a verificarlo.
-¿Estas cosas las fuiste aprendiendo sola, hubo algún compañero que te hizo alguna indicación, leíste algunos libros, como se fue dando ese aprendizaje?
Igual que la llegada a la política…, un poco leí, mucho conversé, mucho observé, mucho aprendí de los compañeros, lamentablemente de la caída de los compañeros. A nosotros cuando nos llegaba el informe político, también nos llegaban elementos de cómo habían caído otros compañeros. En algunos casos no había sido por errores, pero en otros si habían caído por errores nuestros, muchas veces.
-Yo recuerdo que habían llegado algunas cosas escritas por los camaradas portugueses, que tenían una dilatada experiencia de la lucha clandestina.
Si. Más que la suerte, lo más importante era la confianza de la gente hacia nosotros y de nosotros hacia la gente, era de ida y vuelta.
Si llagaba a un lugar complicado, teníamos que nosotros tomar la iniciativa, no darnos de clandestinos, sino al revés, de persona que exige respeto por parte del otro. En un caso concreto de una pinza, hubo por parte de la compañera que iba conmigo y de mi parte una exigencia hacia el milico que nos estaba alumbrando con la linterna, de que por qué estaba haciendo eso e importunándolas, que falta de respeto y yo me voy para mi casa. Por otro lado el tema de confiar en la gente, pedirle a una persona desconocida, a una señora, mire señora tengo que entrar al baño, pero la miro a los ojos, y la mujer me dice ya me di cuenta, entrá. Era un lenguaje no hablado muchas veces. Eso creció a medida que nos acercábamos al 30 de noviembre de 1980, cuando termina ganado el NO.
-Pero la situación antes, en 1975 y 1976 no era así.
Si. Fue un período muy difícil porque la represión fue terrible. Todas las noches pasaban la musiquita de las Fuerzas Conjuntas con el comunicado con los detenidos o con los requeridos, pero además una segunda cosa que era terrible, era cuando un compañero había sido detenido y que lo pasen después como requerido, eso era, casi siempre el mensaje que a ese compañero no íbamos a volver a ver. Estaba el invento de fuga o que no había sido detenido por lo tanto no volvía.
-¿A parte del trabajo clandestino en concreto para evitar la detención, cómo era la rutina, la vida de un clandestino, qué hacia, cómo vivía; si vivía en una cosa si hacía vida legal en el barrio?
Eso es importante, porque alguna gente puede pensar que el clandestino se quedó porque no tenías más remedio. No es así. El clandestino se quedó a pelear, a lucharla. Como podías estar en cualquier otro lugar, con la misma dedicación, con la misma importancia, con la misma fuerza; estuvieras en la cárcel, en exilio o estuvieras en el país clandestino, o semi-legal como muchos compañeros.
Por supuesto que las cosas había que hacerlas de otra manera y había que tener doble, triple o cuatro “personalidades”. Eso dependía de la cantidad de lugares que tuvieras como lugar de refugio. Yo tenía tres casas en tres barrios distintos, con tres nombres distintos, las familias que me conocían por supuesto sabían mi situación, pero sólo la familia de la casa donde me quedaba, de la puerta de calle hacia fuera en el barrio era una persona conocida. El cambio que había tenido era físicamente, cambié el color del pelo, los lentes y el nombre. Se hacía toda una “leyenda”, porque los hijos chiquitos de la familia donde estaba me decían tía y yo era la tía, era una tía que “iba mucho para el interior”. Eso de ser un poco del interior me sirvió, el haber vivido durante mucho tiempo, porque en algunos lugares puede ser bueno manejarse como persona del interior, hablar y decir por ejemplo, señor agente…equivocarme de grado y decirle otra cosa en caso de…, o sea actuar como la persona del interior que no tiene claro la ciudad y sus costumbres y…como una manera de que bajen la guardia; el decirle el ando perdida señor, le estoy pidiendo ayuda y podés evitar que te pidan la cédula.
En otro barrio era “la profesora” de francés y de biología y tenía chiquilines que eran mis alumnos, que en realidad eran unas casas donde iba y hacía contactos. Era como una “pantalla” para cubrir lo que en realidad se hacía. Y me servía eso también para poder pasar materiales, por ejemplo propaganda por el NO. No solo salí a volantearlo en varios lugares, iba cubierta por detrás por una compañera que llevaba al nene. Hay una anécdota, que le nene, no nos damos cuenta y va juntando los volantes que yo tiro y después me los devuelve y me dice: tomá tía, que se te cayeron. También había que distribuir en distintos lugares y sobre todo intercambiar con gente de…Y en ese caso siempre tenía el pretexto de las clases, o sea la familia no sabía mi verdadera situación, yo me había ofrecido para darle clases de biología o francés, francés podía servir para cualquier lugar (en esa época había francés hasta cuarto año de liceo). Además se francés porque viví en Francia. Me servía para ir a encuentros y ante el barrio aparecía como la profesora particular.
-¿Estoy sacando en conclusión que muy importante fue el tema de las casas y las leyendas, pero cuál era la rutina del militante clandestino?
En ese momento lo vital era la información. El clandestino tenía la responsabilidad de escuchar radio, desde radio Habana y Moscú, hasta la BBC de Londres. Por la noche miles de personas escuchaban las radios. A los militantes además nos llegaba el informe de la dirección del Partido, la información subía y bajaba por la estructura; yo en los últimos años de clandestinidad estuve de encargada del Regional 1 del Partido Comunista que tenía a bancarios, el puerto, Fueci, ciudad vieja.
-¿Lo que estas diciendo es qué a la información que venía de la dirección, ustedes le agregaban, para que fuera hacia arriba información de lo que estaba pasando en cada lugar?
Si, por supuesto, se envía permanentemente información concreta de cada lugar hacia la dirección del Partido.
-Perdoná, continúa con lo de la rutina de la vida de un clandestino.
Otra de las cosas que hacíamos era un relevamiento de la zona que estábamos, tratábamos de tener muy claro, no solo para nosotros, para otros compañeros que pudieran en algún momento precisar la casa donde estábamos para una reunión o para un intercambio rápido de información, tener ubicados dentro de la cuadra y en lo posible dentro de la manzana, qué familias estaban contra la dictadura, que podían ser puntos de apoyo, podían ser lugares donde meterse, en caso que la situación se complicara o estuviera un poco confusa. Rutas de entrada y de salida, con posibles conexiones, por ejemplo había lugares especialmente aptos porque tenían salida hacía otra calle. Y en algún caso llegábamos a conversar con esos compañeros, para que esas casas quedaran como lugares de reserva, que se usaban solo si era imprescindible hacerlo. Muchas veces era gente que no estaba 100% seguro de correr todos los riesgos, pero si de dar una mano en un caso extremo., por unas horas o unos días solamente.
En determinado momento llegamos a trabajar hasta con profesionales, y uno de los problemas que teníamos más serios era cuando había problemas de salud. En mi caso fue el problema de una muela que me tenía muy mal. Después de muchas vueltas, en una zona encontramos una persona bien que tenía un consultorio y que le explique que mi consulta iba a ser una consulta rápida, que tenía una muela que me estaba doliendo, pero que no iba a poder seguir viniendo. El dentista me miró y me dijo te entiendo perfectamente, sentate, me sacó la muela y chau, un abrazo y nunca más lo vi después.
En otro caso fue una compañera que estaba con pérdidas, que hubo que conectarla con un médico, ginecólogo y fue al Pereira a atenderse, pero hubo que arreglar. Eran cosas circunstanciales, pero nosotros también teníamos que tener previstas. Tener la mayor cantidad de vías, de solución de problemas. La parte médica es la parte que yo al principio trabajé más porque estaba más en el equipo de salud del punto de vista del propio Partido.
-¿Otro tema complicado sería el tema económico?
El tema económico era un tema muy serio. Se lograba resolver de muchas formas. Recuerdo una anécdota. De un compañero que estaba muy jorobado, detienen al jefe de familia, la compañera quedó sin nada, estábamos muy preocupados y aparece un compañero que dice: se resolvió este mes el tema económico. Bueno que suerte. ¿Cómo hiciste? Un compañero vendió el calefón. ¿Cómo?, le digo. Un compañero vendió el calefón respondió. Quizás yo no hubiera sido capas, pero sin embargo hubo gente que lo hacía.
Económicamente se hacían finanzas a todos los niveles del Partido. En lugares legales se hacían aportes, los compañeros sabían que una parte de esos aportes iban para ayudar a la lucha clandestina, imprimir materiales. Todo lo que era antidictadura se juntaba. Estaba claro que eran compañeros que estaban luchando contra la dictadura. El juntar dinero era parte de las cosas que había que hacer para continuar la lucha.
También llegaba la solidaridad del exterior. Había compañeros clandestinos que eran funcionarios del Partido y…Mi funcionario superior, el Negro Ortiz, en pleno invierno, en el mes de julio con cuatro grado de temperatura, empieza a pasarme el informe y no se da cuenta, cuando levanta y cruza los pies, veo que no tiene medias y yo le digo compañero…hace frío, ¿no tiene medias?...Me dijo: no es el tema que estamos tratando en este momento y nunca más quiso hablar del tema. Yo sabía perfectamente bien, que algo de dinero llegaba del exterior, pero era insuficiente porque éramos muchos, los que estábamos trabajando y queríamos además hacer mucho y el trabajo clandestino sale mucho más caro. Había que alquilar casas, imprimir materiales, etc, etc, que se sostenía con la solidaridad interna y externa.
Una vez pasé por una situación muy graciosa, que Lila siempre se acuerda, que estábamos buscando de apuro un lugar para un compañero y miramos en unos avisos de alquileres y aparecía un apartamento muy barato en un lugar bueno, entonces le digo vamos ya a averiguar cómo es…porque ella era “legal” y teóricamente iba a pedir para alquilar. Cuando llegamos al lugar estaba la puerta entreabierta, el apartamento estaba semi-vacío y había sentado una persona sentada en el piso con unos papeles llenando los formularios de las personas que querían alquilar el apartamento un clandestino conocido mío, ante lo cual le digo, no mirá vamos a dejar y el compañero me mira y me dice busquen otro…porque en realidad lo estaba pasando barato porque era un apartamento que se estaba quemando, ya era un apartamento complicado y había que sacarle algo.
Te cuento la anécdota del apartamento de mi hermana que ella vivió muchos años con José Massera (hijo de José Luis Massera), el Pepe Massera que falleció antes del golpe y después se casó con Alfredo Giuria. Ellos vivían en una casa cerca del canal 12. Después del golpe de estado detienen a Alfredo por cantar el Himno (esa es otra historia, increíble) y después allanan la casa y la vacían, se llevan los muebles, la heladera, todo, no dejan nada. Marta sale a reclamar, no le dan bolilla y va a hablar con su suegro que era el Dr.Giuria, que era del Partido Nacional y un cirujano muy conocido de Impasa, una persona muy respetada. Él dice yo me voy a encargar y habla en Jefatura. Plantea, vengo a reclamar porque se robaron todas las cosas de la casa. ¿Cómo fue la cosa? No sé, fueron y se llevaron todo. El milico le pregunta cuál es la dirección. Arequita 2277. Entonces, el tipo le dice espere un momento. Empieza a buscar, señor lo que pasa, es que esa dirección Arequita 2277 ya hay nueve personas detenidas que la dieron como sus domicilios. Como ya estaba quemada, había 9 personas detenidas que decían el mismo domicilio.
-¿Cuándo pasas al Partido, porque creo que ahí conociste a Félix Ortiz?
Yo recuerdo fines del 79 o principios del 80. Seguían cayendo compañeros y tuve que tomar nuevas responsabilidades. Tenía facilidad de vínculos con bancarios a través del trabajo de mi hermana que trabajaba en el jardín de AEBU, además conocía desde muchos años atrás, gente de AEBU. Quizás también por eso me preguntan si quiero trabajar con el Regional 1 del Partido Comunista que abarcaba bancarios…lo que ya dije. Una ve z que yo acepto me envían un…
-¿O sea que hasta ese momento estabas en la dirección de la Juventud Comunista?
Yo estuve en la parte del sector universitario de la Juventud Comunista, después trabajé como enlace de la dirección del Partido, fue una etapa intermedia, era enlace en el sentido que ubicaba compañeros y armaba las reuniones; cuando conocí a Félix pase de ser enlace de la dirección del Partido a tener la responsabilidad de dirigir el Regional 1.
Ahí es cuando aparece el Negro Ortiz, que me impresionó desde el principio por…yo diría que era un compañero que era ideal para la clandestinidad, el Negro Ortiz.
-¿Por?
Por su buonomía,…el entraba al boliche y él entraba diciendo, cómo anda, cómo le va, iba a hablar con el mozo, yo le decía: ¿a vos te conocen acá? No, no me conocen, pero a partir de ahora me conocen. Y lo otro que me llamaba la atención, era que agarraba las servilletitas y empezaba a hacer, mientras conversaba conmigo, hacía barquitos y palomitas de papel. Entonces, era una cosa como ilógica, te estaba pasando un informe de lo más serio y mientras tanto jorobaza con los del bar y hacía las palomitas…Entonces, daba una idea de tipo que estaba tranquilo, que estaba…después trataba de analizarlo hasta psicológicamente,...el barco, viajando, el volar…el andar un poco…pero claro, también tenía que ver con que su historia tenía mucho peso arriba. También era una forma de…Las conversaciones con él fueron todas muy buenas. Él era la única persona que me podía ubicar dentro del Partido, el único contacto hacia arriba era él. Los compañeros para abajo no me podían ubicar, sólo yo los podía ubicar a ellos.
Y si yo caía sí,…iba a llegar otra persona con mi nombre falso y con la leyenda acordada para conversar con el Negro. Eso me daba mucha seguridad también, o sea la compartimentación estricta que había entre nosotros.
-¿Así qué Félix inspiraba confianza, tranquilidad, me han contado otros compañeros que era un cuadro político excepcional?
Sí.
-José Pacella me ha contado cosas de Félix que reflejan que era una persona alegre, chistosa, con buen humor siempre.
Si, claro. Tenía esas cosas que yo te digo, que por un lado andaba muy bien vestido pero por otro no tenía medias, siempre bien vestido, pero había momentos que alguna cosa le faltaba. Era eso que te digo, era la presencia del Partido, la imagen; pero por otro lado el bonachón. Tenía todo eso, como que se manejaba como pez en el agua, en toda esa situación tan difícil. Y nos cuidaba muchísimo, nos cuidaba, siempre lo primero que te preguntaba: ¿cómo estas compañera?, ¿comiste?, ¿tenés algún problema?, ¿precisas algún remedio?, eso lo primero de todo. Y después recién las tareas, la parte política.
-¿Cuándo vos enganchas con el Negro pasas a…?
Al Regional 1. Paso a ser encargada del regional y él a ser el secretario departamental de todo Montevideo del Partido Comunista.
-Esto en parte explica la saña con que reprimen, después del triunfo del plebiscito y por la característica de los cuadros, porque Félix era un cuadro de primera línea.
Si. Lo torturaron hasta la muerte.
-Hay un período de la historia del Uruguay que se habla poco, particularmente el período anterior al triunfo del NO en 1980, algunos no les interesa analizar dicho período, otros tergiversan el mismo. Cuando es ese período de luchas que explica el triunfo del NO. ¿Que nos podés decir sobre 1980?
El arranque tiene que ver con lo fundamental, que fue como nació, en que contexto aparece la dictadura. La dictadura uruguaya fue una dictadura enclenque a pesar de los zarpasos brutales, a pesar de los asesinatos, torturas, de ser una dictadura violadora de todos los derechos humanos. La gente estaba amordazada durante un tiempo, teóricamente amordazada, porque apenas bajaban un poquito la mordaza, empezaba a hablar y cuando hablaba lo hacía en contra de la dictadura.
El tremendo error que cometieron fue permitirle al pueblo uruguayo expresarse y pensar que las amenazas, que eran terribles…el terror y el miedo que circulaba, en última instancia iba a decidir. Yo diría que más allá que algunos compañeros que eran optimistas, la gente no sabía lo que iba a pasar. Mucha gente me decía yo no se lo que voy a hacer. Era como que por un lado estoy oyendo que si gana el SI, tengo la seguridad de que acá hay un proceso, una parte del proceso que va a terminar, va a haber una salida muy clara, que la dan ellos, si por supuesto con la permanencia de ellos en el gobierno, pero “dan seguridades”…Mientras que si gana el NO, yo no se lo que puede pasar. Y mucha gente hasta último momento estaba con eso. Ahí jugó un papel importante los muros, las pintadas, los volantes, los materiales explicativos que circulaban mano en mano, la cosa que empezó a aparecer como por arte de magia y que no era por arte de magia. Eran miles de compañeros trabajando, haciendo cosas, militando.
Yo creo que en última instancia hubo gente que entró al cuarto secreto pensando que capaz que votaba el SI y que en el último momento la vida pudo más que la muerte, el respeto hacia si mismo pudo más que todo, la esperanza más que el miedo. Sacaron de adentro lo que se había acumulado durante tantos años, que define después tu vida, en última instancia define tu vida. Todo eso acumulado fue lo que surgió que hizo que la mano que se estiraba a votar el SI, cambió y agarró el NO.
Sobre ese año 80, hay que remarcar que la situación económica, que ya venía empeorando, agravándose del punto de vista de la gente, durante todo el último período previo al plebiscito, se había agravado a un nivel muy importante. Y eso también para la gente importaba porque muchas de las cosas que ellos decían que toda la represión era para solucionar los problemas, era al revés, la represión iban de la mano de la rebaja salarial, la inflación y el pueblo vivía cada vez peor.
Este plebiscito estaba siendo visto con lupa, por parte de EEUU, para ver si se mantenía el apoyo económico a la dictadura uruguaya. Como que hasta el Imperio, no le servía...Ahí se decidía haber qué pasa con el plebiscito. Si la gente los apoya capaz que le tiramos unos dólares más, pero donde veamos que la gente les da la espalda…y la gente le dio la espalda y lamentablemente para los que andábamos ahí en la vuelta, también el Imperialismo le empezó a dar la espalda y eso enfureció a la fiera. Además en el 81 ya estaba Reagan. Se enfureció la fiera de una forma tal, que salieron a arrasar con la gente, porque fue brutal la represión después del triunfo del NO.
-Después del triunfo del NO de 1980, la dictadura siguió reprimiendo, cuál era el contexto después de noviembre del 80?
Justamente como se gana el plebiscito de 1980, la dictadura tiene un mensaje bien claro en ese sentido, que los planes para continuar con una dictadura disfrazada de “democracia”, con partidos políticos prohibidos, con sectores que no podían actuar legalmente ni a nivel sindical, ni a nivel estudiantil, con una limitación de las propias libertades públicas. Vieron también como que se les estaba terminando tiempo.
Frente a eso la reacción es la de una bestia herida, salen a reprimir; frente a la alegría de la gente que no se podía hacer ostensible en la calle pero si en el seno da cada familia, en los saludos de los vecinos al otro día del plebiscito y en los días siguientes, como podía ser en el almacén, por la forma de saludarse la gente, te dabas cuenta de que habían votado el NO y por otro lado la brutalidad de la represión. Aumentaron sustancialmente las “pinzas”, los patrullajes. A nosotros nos llegó la información que cada patrulla que salía tenía un número de gente que detener, no podían volver a la seccional sin cumplir esos objetivos.
Estaban permanentemente recorriendo las calles y parando a la gente. Eso hacía que fuera extremadamente peligroso, por ya las medidas de seguridad de pasar desapercibido, de ir en pareja, como que no era válido, porque te podían llevar sin querer, al barrer y podías caer. Extremamos las medidas de seguridad y sistemáticamente salir de los lugares más concurridos, salir especialmente de las avenidas y caminar por calles laterales, se eliminaron los encuentros en plazas. Se complicó todo el trabajo, se espaciaron los encuentros, pasar a tener varias formas de…confirmar que el encuentro podía hacerse, que no había peligro y usamos mucho más los teléfonos con varias clases de señas y contraseñas, además se cambiaban más seguido los nombres o las formas de vincularnos.
En ese sentido hay una anécdota que está contada, que yo por una cosa medio intuitiva en una llamada telefónica en lugar de decir el nombre clandestino mío, digo habla tu hermana, la otra persona se da cuenta que soy yo porque me reconoce la voz, pero eso implica que cuando nos encontremos, me dice que gracias a haber cambiado eso, la policía que estaba escuchando la llamada, no se dio cuenta que la persona que estaba llamando era la persona que ellos estaban buscando y por eso mismo no lo siguieron al muchacho. Evité la detención por ese cambio de último momento.
Frente a eso, en mi caso, me sirvió mucho una cosa que ya habíamos combinado previamente con mi familia, con la familia de mi compañero y mi compañero, que era que en caso de detención, la historia que había que contar era que estábamos separados y que yo me había ido a Francia, porque yo tengo familiares en Francia.
Esa historia que yo estaba en Francia corrió por todos los lugares de militancia, sobre todo a partir de la detención de mi compañero en 1975, que llamó la atención que no escribiera ni siquiera una carta. Esa situación llevó a que mi nombre quedara complicado para los demás militantes.
Cuando voy a entrevistarme con un compañero de medicina, nos vemos de lejos, yo lo ubico inmediatamente, quien era, ahora es Médico, Juan Gatti; él también al principio queda sorprendido pensando que soy yo, después seguimos caminando, conversamos, le paso material del NO y cuando nos vamos a despedir el me dice: uf, que tranquilo, que bien me siento, porque al principio me asusté, porque pensé que eras una tal Ivonne Klingler, estudiante de medicina; yo le digo no sé nadie me dijo eso; sos parecida, no sos igual, por suerte nos sos ella; y ¿por qué por suerte?. Me dijo que se había portado mal, que había tenido una mala actitud. Después este compañero cae preso y yo caigo también; cuando nos reencontramos al retorno de la democracia, me pide disculpas, que cuando se enteró que realmente era yo…Bueno son de esas anécdotas un poco graciosas que ocurren. Confirmaba que estaba bastante bien caracterizada.
-¿Y la de la turista francesa?
Lo de la turista francesa me sirvió una vez, había una situación complicada; yo en general, era una cosa muy intuitiva, en determinados casos que yo veía que había movimiento de una posible pinza, para evitar presentar documentos, a veces servía doblar y otras cuando estabas muy encima de la pinza, servía al revés, encarar al policía. Una cosa que me sirvió una vez fue hacerme pasar por turista francesa, le preguntaba por calles como que estaba perdida.
En el año 1981 viene un golpe durísimo donde son detenidos además de Félix Ortiz, varios integrantes de la dirección del Partido de ese momento. Lo primero que me llega como información es que la situación estaba complicada, pero sin mayor detalle, pero me doy cuenta que está muy complicado, cuando voy al lugar de encuentro con Félix Ortiz y él no aparece. No sólo no aparece, sino que tampoco se comunica con el lugar que él sabe donde estoy. Por lo tanto las posibilidades eran muy pocas, lo más probable fuera que estuviera detenido y si no, estaba en un lugar donde era absolutamente imposible comunicarse. En ese caso teníamos coordinado parar todos los contactos por 15 a 20 días, esperando si había alguna comunicación, tanto de arriba como de abajo. Porque sucedía en la clandestinidad, a veces, que la información de detención de compañeros llegaba a las bases y venía luego hacía arriba, muy frecuentemente pasaba eso. En algún caso era al revés porque un compañero que estaba trabajando arriba justo, el contacto suyo no aparece, y se deduce que lo detuvieron.
-¿Qué es lo que se paraba por 15 o 20 días?
Cuando el enganche no aparece y no hay información se paraba la parte del trabajo partidario clandestino hacia arriba y hacia abajo también. Sigue el otro trabajo. Sigue la militancia gremial, en las fábricas, todo lo social y lo gremial; todo lo demás sigue, se para sólo la parte clandestina, por precaución.
Cuando pasa un mes y no aparece la señal convenida, me doy cuenta que Ortiz fue detenido y también paulatinamente que fue detenida la dirección del Partido, la totalidad o por lo menos el sector correspondiente a la parte que me correspondía a mí, que era el regional 1. Frente a eso yo hablo con uno de los compañeros, que era mi enlace fundamental, con la parte del regional 1 de bancarios y le informo que por un tiempo no nos vamos a ver y que lo voy a volver a contactar más adelante. Eso era por una cuestión elemental de seguridad, porque no sabíamos que información podían manejar en ese momento los servicios represivos. Hasta que no se chequeara o confirmara la información, no hacer ningún movimiento ni buscar ningún contacto.
Después de eso empieza a llagarnos información muy contradictoria de quienes habían caído y quienes no. Pasa un lapso de tiempo y yo simplemente hago un nuevo contacto con los compañeros del regional y les digo que sigan militando en la parte “legal”, gremial y todo lo demás, y que se hagan las denuncias sobre el golpe al Partido. Les paso el nombre de Félix Ortiz, porque yo ya estaba segura que estaba detenido. Eso se baja y al poco tiempo llega una información, que después me enteré que era falsa, sobre un posible contacto, con una persona, que teóricamente había quedado aislada de la dirección del Partido, y que después me enteré que no era así, pero bueno, lleva a que yo concurra a un lugar y ahí soy detenida en enero de 1982.
-En todo ese período que estuviste clandestina, nos has explicado lo que eran las normas, las reglas de seguridad, las leyendas, las señales de peligro, de todos los cuidados que tenían; de todos modo me parece, que los entornos que ustedes tenían, posibilitaba que pudieran subsistir.¿ Por qué?
Más que por qué, para qué. Para qué era de lo que hablábamos con la gente. ¿Para qué, tanto esfuerzo, para qué tanto sacrificio, para qué arriesgarse? Sí, mucha gente, incluso mucha que no era del Partido, alguna inclusive no tenía claro las causas de la dictadura, de lo que había detrás, de la coordinación represiva; empezó a entender el para qué estoy arriesgando. El para qué estoy ayudando, para qué estoy tratando de trasmitir y pasar un volante, el para qué…, entonces, el para qué, era la razón de ser. Si queríamos que nuestro país, que nuestra patria, que nuestra gente, que nuestros hijos, que nuestros nietos pudieran vivir, en un país libre, con derechos, con todos los derechos. Ese para qué se volvió el centro, que a nosotros a su vez las caídas de los compañeros, nos reforzaban en ese para qué. Los golpes los vivíamos como un golpe, pero inmediatamente de ese golpe viene la reacción si vos encontrás, el Para Qué. Yo tengo que denunciar esto, que pelear por estos compañeros presos, porque se lo que está pasando y se por qué está pasando.
-¿La gente había ido perdiendo el miedo o venciendo el miedo?
Venciendo el miedo. El miedo existió siempre y sigue existiendo. Es como un viento en contra, fuerte, muy fuerte, que te puede tirar. Tenés dos opciones…en algún caso se puede pensar que había un cierto grado de inconciencia? Y sí, a todos nos pasó, de no valorar o de no saber exactamente, a qué eran capas de llagar la dictadura, sus fuerzas represivas y todo lo que estaba atrás. El imperialismo…a que grado había, pero en definitiva eso no era lo que pesaba más. Lo que pesaba es el entender que uno está, por algo está donde está, en el momento en qué está.
-¿Pero me parece que te estás refiriendo, a las personas que hacían cosas en forma conciente del punto de vista político, o con una opción clara de que estaban luchando contra una dictadura fascista. Yo me refería a los miles que nos ayudaban a los que estaban trabajando clandestinamente, de las mas diversas maneras?
El proceso, creo, es un proceso donde una parte es lo que nosotros hacíamos, pero otra parte es un proceso individual, que dependía de muchos años atrás. En el momento que tengo que decir, camino contra el viento o me dejo llevar, en ese momento pesan los años vividos anteriormente, lo conversado, lo oído, a veces hasta por casualidad, lo vivido, la experiencia de las luchas obreras, estudiantiles, la muerte de Liber Arce, etc; todo eso se junta para darle una razón de ser al me arriesgo o no me arriesgo, me arriesgo y voto NO y no voto el SI. Es eso, en definitiva.
-¿La información dijiste que llegaba por la vía partidaria, pero también por vías laterales?
Llegaba de gente de abajo y de expresos. Los expresos que salían y que tenían que firmar y presentarse regularmente en las unidades militares, que estaban controlados y los seguían. A pesar de eso se las arreglaban para hacer llegar información, para enterarse, informarse, de recorrer casas de manera que voy a visitar a fulano para ver como está la familia y a través de las familias y de los amigos de la familia; a través de todo eso nos llegaba información. Ese es otro de los elementos por los cuales la dictadura se rompió los dientes. La gente que fue torturada casi hasta la muerte, salió sin renegar de la razón de su lucha y dispuesto a seguirla, aportando en la medida de lo posible, sin poner en riesgo a los demás compañeros, pero tratando por todos los medios de hacer llegar información, de colaborar. Esas redes que se formaron, internas, en este caso semi-legales o semi-ilegales, de todas maneras eran puentes y vínculos entre lo legal y lo ilegal, entre la gente común y el clandestino; y además eran un mensaje para la gente común, fundamental para la gente común, porque la gente decía: ¿cómo puede ser, si a vos te pasó todo esto, que sigas pensando yo igual me voy a quedar acá y cuando pueda voy a seguir y sigas pensando…? Bueno esa contestaciones, a pesar de todo opino lo mismo que opinaba antes, no reniego de nada, sigo pensando que puede haber un mundo distinto y un ser humano con valores distintos, que tenga un objetivo en la vida… Eso también ayudó muchísimo. Y a veces uno se olvida del papel que jugaron estos compañeros, que por distintas causas salieron en medio del borbollón.
-Y los familiares, tu lo dijiste.
¡Y los familiares! La mayoría de los familiares; salvo raras excepciones por miedo o por situaciones muy complicadas, el terrorismo de estado fue crudo. La campaña del SI era una campaña del miedo, reflejado en toda la propaganda que aparecía en la televisión. Pero el miedo funcionó hasta cierto punto, cuando la gente empezó a ver que realmente se podía luchar contra el miedo y que había cosas por las cuales valían la pena arriesgarse, cada uno de acuerdo a sus posibilidades; pero sobre todo teníamos un colchón de silencio, o sea, aquel que no se animaba, o no le llegaba la posibilidad de militar, de comprometerse un poco más, ayudaba con su silencio. Se formaba como una capa de silencio. Había gente que te decía, esto no lo puedo hacer, pero algo voy ayudar, y ese algo podría ser en algún momento cubrirte, avisarte de algo; como formando capas que cubren el corazón de la cebolla…
¿Cómo se les hizo tan difícil, combatir la resistencia, teniendo todo el aparato, que tenía la dictadura? Reprimen y reprimen, incluso en el año 1983, a los compañeros de la UJC, está terminando la dictadura y siguen habiendo golpes represivos, porque había movilizaciones y había lucha, porque acá la gente que se quedó, no se quedó simplemente para cubrir un espacio, se quedó a trabajar, a luchar.
-¿Creo que la orientación del Partido Comunista era tratar de no salir del país, salvo excepciones muy particulares?
Si, si, si. Había situaciones especiales, donde el Partido te decía que te tenías que ir por x motivo. A veces eran situaciones que implicaban riesgos, o que se podía aportar más desde el exterior, desde las radios, los comités de solidaridad, etc, etc, desde diferentes países. Pero se trataba de mantener un equipo importante dentro del país.
-¿Cuál fue papel de los familiares, tengo entendido, que tu por mucho tiempo ni vistes a tus padres y escuchado a otros compañeros, que unas de las reglas del trabajo clandestino, tratar de evitar el contacto con los familiares, porque pueden ser lugares, por donde le enemigo te capture?
Si, sí, si. Yo con respecto a mi familia, durante un período importante, el único vínculo que tuve y en forma muy esporádica fue con mi hermana, porque era la que manejaba mejor o le era más fácil manejar los criterios del trabajo clandestino. Mis padres siempre fueron de izquierda, que siempre me apoyaron, que fueron un gran puntal para mí; se me complicaba por dos lados, por un lado el vínculo directo mío, por ser peligroso y además todo el manejo del trabajo clandestino no es fácil, sobre todo para personas mayores, no eran muy viejitos pero ya tenían sus años. Además ellos vivían fuera de Montevideo, era muy difícil hacer un control de seguimiento, cuanto más aislado y lejos estés, es más fácil para que te sigan los servicios de inteligencia. Y más complicado para buscar razones concretas de por qué tú vas a determinado lugar y te quedás en ese lugar. Era todo muy difícil, entonces, si, yo pasé muchísimo tiempo sin poder verlos. Sólo recibían noticias mías a través de mi hermana y a través de amigos que llamaban por teléfono, mandaban noticias para que supieran que estaba bien, pero sólo sabían si estaba bien, nada más…, porque no me veían. La conversación a nivel familiar era toda relacionada con mi estadía en Francia. Tanto que hay una anécdota graciosa, que me la comentó una compañera Charma Furman, que hablando con mi tía que es arquitecta, estaba en un bar de Montevideo, mi tía le estaba contando a ella sobre una carta que había recibido, escrita por mí desde Francia; o sea le estaba diciendo que yo estaba en Francia, cuando Charma mira por la ventana y me ve pasando caminando a mí…En ese momento le da hasta pudor decirle a mi tía, mire no me mienta más, porque la acabo de ver pasar y no le dice nada y mi tía sigue hablando de la carta y se entera después al tiempo, que en realidad esta compañera me había visto pasar. Es anecdótico, pero muestra hasta que punto la familia…esas redes eran tan fuertes, tan sólidas, que eran una protección fundamental para el trabajo del clandestino.
-¿En enero de 1982 sos detenida, qué pasa a partir de ahí?
Mi detención fue por una carta que yo envié, un error y que llegó a un lugar que no era el que yo pensaba. Por lo cual, ellos tiene datos concretos de que yo iba a estar caminando por una calle, me paran dos autos y un tercero atrás, me meten dentro de una camioneta tipo combi, me encapuchan y me llevan a un lugar que queda muy lejos; mucho tiempo después me enteré que era La Tablada y ahí permanezco más de tres meses como desaparecida en el sentido que mi familia cuando no vuelvo a casa empiezan a preguntar por mí, sale mi foto en el diario, la embajada de Francia, porque yo tenía también la nacionalidad francesa, reclama y pregunta y en todos lados contestan que no saben nada de mí. La contestación que dan es que yo no estoy detenida. Estoy detenida en La Tablada con un sistema de torturas, con una cantidad de otros compañeros. Cuando me llevan al primer interrogatorio, lo primero es mostrarme la casita mía, como diciendo si tenés alguna duda acá está tu casa y lo segundo que me dicen es que ellos en realidad ya tenían todo ubicado lo mío por el Negro Ortiz te vendió, a lo cual por supuesto no contesto nada, por dentro es una sonrisa inmensa que yo tengo, porque el negro Ortiz es la única persona que podía ubicarme inmediatamente en mi casa y él cayó detenido en setiembre de 1981 y esto que estoy contando era en enero de 1982. Es imposible que el Negro Ortiz hubiera hablado nada, porque pasaron muchos meses entre la caída de él y la mía. Frente a eso la situación, yo me imagino que eso significa una muy mala noticia, porque en general ellos utilizaban nombres de compañeros que sabían que se habían portado muy bien, acusándolos de, al revés de haberse portado mal. Entonces al tiempo me entero que también, no sólo mataron y desapareció de ahí Félix Ortiz, sino también Omar Paitta y más adelante en el 82 Miguel Matos. La Tablada fue terrible, también le decían el infierno, era un centro de torturas e interrogatorio, donde pasaban meses interrogando, llevando gente para el primer piso…
lunes, 3 de mayo de 2010
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NO LO HABIA LEIDO ,BUENO LO DE LA KLINGER Y ACLARA MUCHAS COSAS ESPECIALMENTE SOBRE EL CRO NEGRO O FELIX ORTIZ TODAVIA HOY DESAPARECIDO PARA QUE NADIE SE ATREVA A PONER UN VELO DE DUDAS SOBRE SU COMPORTAMIENTO .LA BEA
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