Entrevista a Roberto Pereira. Primera Parte.
Fue realizada hace un año a comienzos del 2010. El compañero Roberto jugó un importante papel como enlace entre la dirección interior y exterior del PCU, durante los difíciles años de la dictadura.
“…me acuerdo que nos cercan en el 2º piso del IAVA, la derecha, porque nos querían reventar y (había un círculo de la UJC, acota Luis Pereira, en 1980),…claro no había celulares, y un compañero, porque el liceo tenía, tiene, porque ahora se ve bien porque lo arreglaron y lo pintaron, tiene dos subsuelos. Nosotros nos conocíamos todo el liceo, porque entre otras cosas teníamos un mimeógrafo en uno de los subsuelos. Y un compañero, como decía, se escapó por una ventana y se fue a la casa de la Juventud Comunista y avisó…y…empezaron a venir de todos lados, hasta gente de los sindicatos. Al poco rato estaba llena la calle y al final los fachos quedaron en un sándwich, además nosotros le tiramos hasta con sillas desde arriba y apareció la policía…
Más o menos el esquema era el mismo. Entre los fascistas había muchos que trabajaban como informantes para la policía. Entonces, al final, lo que se hizo fue una negociación, se hizo un corredor y nosotros salimos a mitad de la tarde, cuando el lío empezó de mañana.”
Yo recuerdo dice Gustavo Alsina, que allá por el año 1968, casi todos los días había manifestaciones a las 5 de la tarde “y la gurisada del IAVA arrancaba para juntarse con los universitarios” acota Roberto. “Nos juntábamos en Minas y 18 de Julio. En junio de 1968 íbamos en una manifestación por 18 de Julio del tipo de esas que decía Gustavo y a la altura del Gaucho, un poquito antes, ahí por Vázquez, ellos, la policía venían de a pie y a caballo, ese era el esquema de todo el período, ya trabajaban con tiras, bastantes tiras que vivían jodiendo, pero ese día atrás de los caballos, venían una chanchitas (camionetas), y a la vez agarraron por Minas, haciendo una pinza. Y claro, nosotros teníamos una táctica, que ceo que venía de las luchas del año 1958, subíamos a la vereda, ellos daban palo con los caballos, pero a esa hora, a las 17, que salía la gente de los trabajos, ellos optaban por abandonar la embestida.
Los que andaban de a pie a veces te agarraban, pero ese día cerraron la calle y llevaron cantidad de gente presa. Y ese día tiraron tiros hacia arriba. A partir de allí apareció una táctica nueva, diferente, quebrándose ese ambiente que no era con armas expuestas (antes había habido algún muerto), pero…eso se va acrecentando ya en julio de 1968 empiezan a tirar con perdigones, los que matan a Hugo de los Santos y a Susana Pintos. A Susana la llevó el canario Lorier.”
-Gustavo acota, que en ese cambio que decís, en la Facultad de Medicina a un primo, Bernardito Bulanti, le pegan con un perdigón.
“Ahí cambió la forma de represión. Con los perdigones primero que ya tiraban a la altura de la gente apegar al cuerpo, pero además el perdigón rebotaba y te podía pegar. Cambió totalmente y cambió también cuando te detenían, porque ya en la jefatura de Policía, te daban unas palizas tremendas y si te llevaban a una comisaría, corrías todo tipo de riesgos. De todas maneras, el Ejército estaba aún por fuera. Todo el Departamento 2 de inteligencia de la Policía empieza a crecer, los interrogatorios son más duros, estábamos bajo Medidas Prontas de Seguridad.
-José Pacella dice, que el cambio de situación coincide con el cambio de orientación económica que lleva adelante el gobierno de Jorge Pacheco Areco. Hay una coincidencia, que se va a reiterar después entre represión y objetivos económicos.
Roberto retoma, “muere Gestido y asume Pacheco a fines de 1967 y los ministros van a cambiar, incluso van poniendo personalidades más afines a la represión, son desplazados tipos liberales de la 15 como Cataldi, que siempre dialogaba con nosotros, desde el Parlamento, se le va cortando, ya no son los protagonistas principales, empiezan otros a tener protagonismo. Cersósimo pasa a ser Ministro del Interior, que no era un hombre totalmente cerrado, incluso dialogaba con el movimiento estudiantil, medio a “escondidas”, que no dijéramos a la prensa. Acordaba cosas que después no podía cumplir, cuando iba a otro nivel lo “cortaban”, pero bueno…, existían esas ambivalencias…”
-Pacella hace mención del flaco (por Rodney Arismendi), cuando hablaba del camino “pacífico”, que era relativamente pacífico…la “escuela” del 68-69 con las luchas estudiantiles y obreras, en el Cerro, al mismo tiempo en el Parlamento, los obreros que iban al Palacio. Pero la idea nuestra, yo te lo decía los otros días…que hay tres planos donde vos tenés una riqueza tremenda…hay una primera etapa…pero luego del golpe vas a tener una responsabilidad que va a hacer clave para la supervivencia…A lo que agrega Luis, de que la idea es hacer un libro que hable de la resistencia y de la clandestinidad… Yo decía retoma José, que había tres planos; uno es el de la inteligencia, porque vos tuviste que moverte en le plano de la inteligencia; hay otro plano que es el de la política en el exterior y hay otro plano, que es el que más conozco, que es cómo se logró interaccionar la lucha interior y exterior.
Roberto dice: “la historia nuestra, no existe prácticamente, preciso mis palabras, La Historia escrita nuestra, la del Partido de los años sesenta para acá, no existe. Lo que existe sí y hay cosas muy buenas, son testimonios de compañeros, diversos, incluso de la parte de lo que yo soy un eslaboncito…”
-Luis Pereira: tu nombre Roberto había surgido en la charla con José Pacella, como uno de los compañeros que relacionaba la clandestinidad uruguaya con el exterior.
A lo que Roberto contesta: “Yo siempre que comento estas cosas con ciertas formalidades hago las precisiones que para mi son un requisito moral.
Primero, yo era un eslabón realmente de un equipo, que era un equipo grande, aunque estaba más bien diseminado por el mundo. Yo voy a hacer un raconto muy breve, porque ya les conté que yo era un militante del movimiento estudiantil, principalmente de la FEUU en los años 70 y desde Humanidades, integraba el sector universitario, que incluía a Humanidades, formaba parte del círculo de la Juventud Comunista. Desde que era el eslabón de la UJC, ahí tenía responsabilidades gremiales dentro de la Facultad y compartía vínculos con la propia FEUU de la época.
Fue muy intensa, porque los comunistas, llegamos a ser con otros, con los socialistas y otros sectores; dirección de la FEUU, y una transformación de toda una línea de trabajo justamente hasta los días que llega la Dictadura. Nuestro compañero Jorge Landinelli era el secretario de la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay). Teníamos todo un trabajo en común muy intenso en el cogobierno, donde habían muchos compañeros nuestros integrando los consejos de las diferentes facultades. Yo mismo participaba en el Consejo de Facultad, vinculado a Mecha Espínola (hija de Paco Espínola) que era integrante de la dirección del círculo de Humanidades y así varios compañeros más.
En ese contexto de luchas estudiantiles se llega al golpe de estado del 27 de junio de 1973. Nosotros ocupamos las facultades. Humanidades como estaba junto a la Marina, decidimos, ya estaba decidido meses antes, que ocupáramos el edificio central de la Universidad y ahí nos sumamos y estuvimos todo el tiempo que duró la Huelga General( 15 días).
Es toda una historia que debería ser escrita, la ocupación de la Universidad por parte de los estudiantes, no sólo de los comunistas, aunque de los primeros éramos nosotros.
Yo fui requerido muy enseguida del golpe de estado, contrario a lo que pasó con el conjunto de los universitarios nuestros, porque la Universidad no fue intervenida el 27 de junio del 73, sino que duró hasta setiembre-octubre de ese año.
A partir de una cosa muy compleja como la explosión en la facultad de Ingeniería, donde murió el estudiante Marcos Caridad Jordán. Al día siguiente la dictadura interviene la Universidad, clausura los cursos y los locales universitarios. Se arrestan al Rector a los decanos de las facultades y a integrantes del Consejo Directivo central, entre otros. El ejército invade a sangre y fuego todas las facultades.
Producto de que estaba requerido con anterioridad, no estaba en la facultad. Ya me había visto obligado a cierta clandestinidad.
De las facultades en algunos casos se llevaron gente, pero en la mayoría de los casos, lo que hicieron fue allanar, robar, destrozar muchas cosas. Pero la cosa pasó a mayores en los días siguientes, empezaron persecuciones, incluso a docentes y a estudiantes lógicamente. Incluso a estudiantes que no estaban sólo en el circuito de la izquierda. Porque como hacía muy poco, en la Universidad se habían hecho las elecciones nacionales de claustro y había ganado una coalición (si puede decirse así), una coalición que incluía gente de Wilson, y eso había permitido claramente dar una señal política, en este caso a la dictadura, de cómo era la cosa en la Universidad.
Por lo tanto, el tiempo posterior a la intervención, incluyó la represión, también de gente blanca y algunos colorados también.
Hay todo un período donde estoy clandestino, luego de la intervención la situación se complica, con el Partido, ocurren señales y hechos con el movimiento obrero, todo un poco contradictorio, porque al mismo tiempo se generan ciertos espacios públicos.
Pero el círculo se va cerrando y va apareciendo el rostro represivo a fondo y la intervención gradual del ejército en todas las esferas y el desplazamiento de la policía.
El Partido en mi caso decide que yo me sume al equipo que ya existía en la Argentina. Porque los meses anteriores al golpe el Partido había dispuesto que alguna gente fuera a Buenos Aires. La Argentina estaba en ese momento con un gobierno democrático e institucional.
Habían sacado a Cámpora en una cosa media rara y había entrado Isabel junto a Perón. Se venía un momento contradictorio, ya había la participación y acción de la triple A y de los grupos esos de asesinos. Habían grupos paramilitares que actuaban; ya estaba complejo, pero había también, es cierto…después uno se dará cuenta de las diferencias, toda una vida democrática que funcionaba de la sociedad argentina. Incluso los partidos políticos argentinos funcionaban legalmente.
En ese contexto llegué yo a la Argentina. Me sumé al equipo, que era muy reducido de compañeros del Partido (unas 5 personas), se sumaron algunos más esos días conmigo. Estaban Alberto Suárez, Esteban, Niko, el compañero Benjamín Liberoff, pero cuando yo llego, había salido de Buenos Aires porque la FEUU lo había designado a trabajar en la UIE, que era la organización de los estudiantes a nivel mundial que funcionaba en Praga. Como parte, de alguna manera, de otros equipos que ya funcionaban, no tanto la parte directriz del partido, estaba el propio padre de Benjamín, el Dr.Liberoff.
Había alguna otra gente claro, del Partido. Yo con Esteban compartía, porque el era secretario del sector universitario, estábamos cotidianamente, los otros compañeros eran del Partido.
-¿Ese equipo estaba enseguida del golpe?
Si claro. Desde antes del golpe. Hay una cosa que conviene siempre tener en cuenta, incluso por cosas que suceden acá (señala con la mano Roberto a José Pacella). Yo creo que el Partido Comunista uruguayo del punto de vista de cómo proyectaba las cosas, tenía una concepción de la cosa. Se daba cuenta que nada podía ser definitivo y que todo era casi cotidianamente. O sea uno militaba, uno accionaba, encuadrado y pensando en esos equipos, que al otro día podría no estar en la responsabilidad. Y en el caso de la Argentina y de ese equipo de trabajo, lo empezamos a saber, no estábamos tampoco de ninguna manera seguros sobre la tierra, porque en realidad cuando te agarraban, tenías grandes posibilidades que te mataran. Esa era la verdad, incluso con un compañero lo conversábamos a diario. Me acuerdo que esa categoría…en lo personal cuando llegué a la Argentina, yo no la tenía presente.
Yo era un militante estudiantil, había corrido entre las balas, había siempre tenido éxito, algunas veces me habían dado una pateadura en jefatura, había estado preso incluso, porque en la ciudad vieja nos agarraban con los bancarios y nos llevaban a un cuartel y nos daban algunas patadas; ese era el nivel de riesgo, claro nosotros habíamos visto a Liber, a Hugo y Susana muertos y eso nos había puesto ante la muerte y además leíamos libros para prepararnos. Uno tenía una percepción, algunos más que otros, dependía de varias cosas, del tema de la muerte.
En mi caso cuando llegué a la Argentina, a medida que pasaba el tiempo, empecé a ver que te olían los pasos, la percepción de que realmente podías no estar al otro día, y que tenías que tomar una decisión. Eso se habló en más de una oportunidad. Yo estaba dispuesto a incluirlo a eso o era mejor que tomaras otro camino y no pudieras seguir humanamente, porque…las cosas eran muy, muy complejas.
Quizás el ejemplo más temprano que tuvimos fue, que el 24 de diciembre de 1974 asesinan en Buenos aires en un local del Movimiento Argentino Antiimperialista de Solidaridad, a Raúl Feldman uruguayo y militante comunista. Lo mataron de la manera más vil, más brutal y que muestra el nivel de venganza, de saña, de que no era para casar a un clandestino. Raúl no estaba clandestino, pero le meten 23 balazos. Era en ese local de solidaridad con los pueblos de Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, con participación de los compañeros argentinos y algunas personalidades que en un margen estrecho que había de legalidad se buscaba dar solidaridad a estos pueblos que eran los que estaban bajo dictaduras. Se sumaban cosas por Brasil también. En Chile estaban matando a diestra y siniestra, en Bolivia habían empezado, incluso en Buenos Aires estaba el General Torres, que luego lo van a matar. No habían matado aún a Letelier, a una cantidad de gente que después mataron. A la muerte de Torres luego se suman la de Letelier, la de Michelini y el Toba, con quienes nosotros trabajábamos, con cuidados muy extremos, porque ellos hacían vida legal y nosotros paulatinamente vida clandestina. En algunos casos éramos extremadamente clandestinos, como en mi caso por ejemplo.
En la Argentina para que esta historia no sea abstracta…
lunes, 3 de mayo de 2010
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