Gurises resistentes
Allá por el 78 conocí a Lía Vinci y Marcelo Muñoz. Pusieron su casa a disposición como vivienda clandestina. Muy jóvenes, estudiantes, con su pequeña y traviesa hija, ambos me ayudaban como “enlaces” repartiendo paquetes con “Carta” y Liberarse”. Lía era quien ayudaba a “camuflarme” usando todas las pilchas de Marcelo.
Él empezó a trabajar en el boliche de Germán Araújo, en el Parque Batlle, y por su intermedio “el petiso” me enviaba profusa información.
Cosas de perro: entreverando las cartas, le dije a Lía que tenía un hijo, cuando en realidad era niña, y se le antojó regalarme un cachorro de ovejero alemán. Caminó tres kilómetros con el cachorro al lado, y yo otro tanto, hasta que nos encontramos y me pasó el regalo. En otra ocasión le pasé por debajo de la puerta el dinero para pagar la luz. Al volver a verlos me notificaron que el perro que tenían se había comido los billetes.
A veces recibíamos a Roberto Pereira, quien formaba parte del equipo de dirección en Buenos Aires. Venía frecuentemente a verme, en condiciones sumamente difíciles. E n una de esas ocasiones, llegaron de visita los padres de Lía. Tuvimos que escondernos todos adentro del ropero.
Al tiempo incorporamos a la tarea a la hermana de Lía, quien con sus escasos 17 años, tenía buenos ovarios. Me parece verla a Anita, fotógrafa ella, andando con su pequeña moto por todos lados. También se jugó la ropa en las tareas clandestinas. Recuerdo con humor, cuando al haber ella conocido en la playa, a alguien que se me parecía mucho, decidimos que lo iba a “filtrear” y mientras tanto yo le afanaría la cédula.
Cuando tuve que asumir otras responsabilidades, pasaron a trabajar con otros compañeros. En la andanada de detenciones del 81 y 82, caímos todos los que estábamos vinculados a su casa. Pero ellos siguieron militando.
En 1983 los jóvenes realizan una manifestación. Se sucede un nuevo golpe a la UJC. Marcelo es detenido.
Lía con sus hijos, se vio obligada a dejar el país. Anita siguió aportando su esfuerzo a la causa de la Libertad.
Con Marcelo nos encontramos en el Penal y nos estrechamos en un abrazo. A Lía y Ana las volvimos a ver cuando recuperamos la libertad. En el reencuentro hablamos de lo vivido juntos y de las peripecias que le tocó vivir a cada uno.
Gurises resistentes, hace tiempo que no los veo y los saludo desde acá.
BUEN RELATO LOS DOS EL DE TASSINO TAMBIEN QUE CONMOVEDOR!!!!!! SOLO LO PUEDE COMPRENDER CABALMENTE EL QUE LO VIVIO LA BEA
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